ESTUDIOS CIENTÍFICOS AVALAN LOS EFECTOS SANADORES DE CAMINAR EN LA NATURALEZA

Si has caminado en un entorno natural durante una hora, un día o más tiempo, tu cuerpo ya lo sabe. No obstante es posible que si no te lo avala la ciencia no te creas realmente los innumerables beneficios que tiene para tu salud salir a caminar en la naturaleza. Así que vamos a hablarle un poquito a tu neocórtex, a darle datos y estudios científicos, a ver si conseguimos que este recién llegado a nuestro cerebro valore y confíe en nuestra sabiduría interna y en las evidencias que cualquier paseo larguito en un entorno natural ya te ha proporcionado.

Clemens G.Arvey, botánico, habla del «efecto biofilia» y de hecho afirma que la naturaleza es la mejor terapia y que «no existe mejor psicólogo que la naturaleza». Según los estudios de los psicólogos Rachel y Stephan Kaplan, de la Universidad de Michigan, el ser humano encuentra apoyo en el medio natural para su sistema nervioso parasimpático, lo cual restablece física y mentalmente a la persona, reduciendo el insomnio, la ansiedad, la depresión, el estar quemado y la falta de perspectivas.

Roger Ulrich, desde la Universidad Técnica de Chalmers, en Suecia, añade que estar en un entorno natural y caminar disminuye la necesidad de analgésicos y la recuperación tras operaciones quirúrgicas.

Desde Japón, el doctor Qing Li ha probado que el aire del bosque reduce la secreción de cortisol y adrenalina (hormonas del estrés). Además también mejora el sistema inmunitario y metabólico, ya que estos sistemas son sensoriales y entran en relación con los terpenos y otras sustancias anticancerígenas liberadas en los bosques.

Quing Li también ha comprobado que durante una excursión caminando en entornos naturales aumenta el DHEA, precursor de hormonas sexuales femeninas y masculinas que protegen el corazón, previenen la diabetes y reducen el riesgo de obesidad. También se reduce la presión sanguínea, la frecuencia cardíaca y baja la tensión arterial.

Finalmente, Ulrich ha desarrollado la «terapia estético afectiva» que afirma que determinadas percepciones sensoriales como: el canto de los pájaros, los arbustos con bayas, ver agua cerca, las flores, los árboles…son estimulantes visuales, ruidos y aromas que crean las bases neurológicas para sentirnos bien. Estas percepciones nos devuelven a la sabana africana, el hogar de los primeros seres humanos y nos resultan lugares paradisíacos por muy urbanitas que seamos.

Aunque seas urbanita, se ha comprobado que todos los seres humanos conservamos la conexión neurobiológica con la naturaleza, resultado de millones de años de evolución. Esta conexión es como la de un bebé con su madre: si lo alejamos de ella puede morir o enfermar gravemente. Lo mismo nos pasa a los adultos: si nos alejamos de la naturaleza nos debilitamos y enfermamos. La naturaleza es la madre de nuestra especie.

 

Así que, aunque tu cuerpo ya lo sabe, aunque tu cerebro reptiliano y límbico ya lo saben, aquí tienes algunos datos para tu neocórtex, que por llegar el último a la evolución quizá todavía necesita un poco de ayuda para que coopere en tu bienestar global.

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